Se siente una atracción magnética irresistible hacia el interior de ese campo de cuento de hadas siniestras, que sinestésicamente toca una íntima tecla de la sensibilidad, inhibie los sentidos desconocidos, y descarga todo a la redonda.
Bailando en un cúmulo de incertumbres, piensa en si jamás se podrá levantar de su letrago, entre electrones de papel y mariposas de placer. Busca un enfoque con su cámara, gira el objetivo pero en rebosante sensación de ser observada, sus muñecas de flan tiemblan al compás de las técnicas melodías puntiagudamente cibernéticas.
En unos 80 dias su espíriu abandonará el cuerpo que sin cariño se pudre, acariciandose a si mismo, esas mejillas que aún se sonrojan por un altivo gesto de fuerza ante la debilidad que parece demostrar, desnuda ante el mundo, sonríe sin ganas, con ganas de abandonar esa punzada de oscuro placer que invade su karma.
lunes, 16 de marzo de 2009
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